lunes, 24 de julio de 2017

La felicidad compartida



Ayer me dieron una alegría de las enormes... una oncoalegría!!!!

De esas que una dice.. qué sí!!!! Qué hay vida en el cáncer!!! Y después!!! 

Escribir sobre mi experiencia con el cáncer de mama ha tenido muchas cosas buenas. La principal para mi es conocer a tantas mujeres que han pasado por situaciones similares y están ahí, al pie del cañón. 

Es duro pasar por un cáncer porque, realmente, no "pasas" por un cáncer. El cáncer entra y aunque te cures, ahí está. Ya va contigo siempre, por muchos 5 años que pasen, por muchos 10 años que pasen. 

El cáncer se queda en tu vida en forma de miedo o se queda como una secuela del millón de tratamientos por el que pasas... en mi caso una mastectomía bilateral, mi castración química y el malestar general (harta estoy de fatigas, sofocos y dolores). 

Total, que además de todo esto, el cáncer te regala una sensación de soledad, aunque estés rodeada de personas que te quieren y se preocupan por ti. 

Yo tengo la gran suerte de no conocer un caso de cáncer de mama en mi familia y en la de mi marido, pero eso hace que me sienta muy sola a veces. Durante toda la vida siempre que me ha pasado algo, mi madre, mi hermana o alguien cercano ya había pasado por ello y podía ayudarte a gestionar la situación. 

Ahora no es así. 

Por mucho que quieran, por mucha empatía que manifiesten,... hay un muro entre tú y el mundo, pero también entre el mundo y tú. 

Alrededor tuya ya no se habla de cáncer. Ya "estás estupenda". De hecho, escribo esto y mis pectorales aprietan más que nunca mis prótesis, lo cual es lo más desagradable del mundo. Ya no se quiere saber nada que no sea estás curada y estupenda.

Probablemente, en estos 5 años no me voy a morir de cáncer, pero para mi se quedan todas las "secuelas", porque estas "secuelas" no son compartidas. 

Pues, por todo esto, escribir sobre el cáncer de mama es imprescindible en mi vida. 

He entrado en contacto con muchas mujeres que han sufrido esta enfermedad tan cruel. Y aunque sea una solo frase de aliento, la sientes como más auténtica porque sabes que esa persona sabe perfectamente como te sientes. 

¿No va a saberlo si le duele como a mi?

Como os decía, ayer me dieron una alegría. 

Y si el dolor es compartido entre nosotras, la felicidad también. 

Una cosa de la que me cuesta mucho escribir es sobre mi maternidad frustrada porque mientras tomo tamoxifeno no hay posibilidad y cuando deje el tamoxifeno, nadie sabe en qué estado voy a estar. 

Este tema es un poco tabú y lo sufro un poco medio en silencio, porque lo normal es que se me diga "bueno, no te preocupes antes de tiempo". Oigo muchas veces fulanita ha sido madre después, menganita también.... etc. También oí mil veces, a cetanita no le quitaron el pecho... 

Vamos, que me harto de los sanotes hablando de oncoexperiencias de las que poco saben. No les digo nada, sólo los oigo, pero no les escucho. 

Tener hijos después del cáncer de mama es un milagro. 

Cuando digo que es un milagro no lo digo porque sea imposible, porque evidentemente, no lo es. 

Cuando digo que es un milagro es porque dar vida después de sufrir una enfermedad grave y sufrir un millón de tratamientos tales como la quimio o la radioterapia,... me parece milagroso. Os recuerdo que la quimio es lo más parecido a una arma de destrucción masiva. 

Que tu cuerpo aguante todo eso y que aún así sea capaz de llevar a cabo un embarazo a término... en fin... Un embarazo es el milagro de la vida, dicen, ¿no?

Pues después del cáncer de mama, es la releche. 

Mi oncoamiga Rosa debe estar alucinando. 

¿Qué es imposible para una superviviente? Nada, contestaron cada una de las células de su cuerpo. 

Rosa después de decirle que no podría, va a ser madre de mellizos tras 5 años de tamoxifeno y un "va a ser imposible que de forma natural te quedes embarazada". 

Lo dicho, no hay nada imposible. 

Me alegro tanto por ella porque se lo merece tanto. 

Me alegro que haya sido así, sin esperarlo porque la alegría es doble... triple... cuádruple... Y se merece, nos merecemos una ALEGRÍA así, en mayúsculas. 

Su alegría es mi alegría y mi esperanza. Mi ilusión. Mi Ana espera un poco más...

Siempre he dicho que la vida no compensa por haberlo pasado mal, pero empiezo a creer que las supervivientes tenemos guardadas una sorpresa final. 

Rosa, tu felicidad se ha vuelto la mía. 

Y eso es un regalo enorme. 

Muchas gracias por compartir conmigo ese trocito de tu vida. 





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