jueves, 31 de diciembre de 2015

Mil gracias... y feliz 2016

Este mes de Diciembre estoy tan desorganizada que no saco tiempo para lo importante... Sin embargo, no quiero despedir el año sin dedicaros un ratillo a todos vosotros y especialmente, a todas vosotras.

Hace un momento hablaba con Noelia y recordaba que era mi tercera Navidad limpita, con 2 tetas menos, pero con 2 tetas nuevas de más... recordaba que lo importante sigue siendo eso, que sigue pasando el tiempo y sigo pasándolo en familia y feliz. Y vivita y coleando.

Si hoy he sacado tiempo es para dos cosas. 

La primera y más importante, para dar las gracias a mis oncoamigas, por estar ahí siempre para mí. 

MIL GRACIAS

Cuando pasa el tiempo las enfermas de cáncer vamos cayendo en la deseada, pero, a la vez, tan cruel normalidad. 

Nuestra vida no es normal, ya nunca lo será y estamos en una continua lucha buscando el equilibrio entre lo que fuimos y lo que somos ahora... 

La vida de los demás, incluso los más cercanos, continua y nosotras estamos tan bien "como si no hubiera pasado nada" que ya nadie nos echa cuentas, cuando es ahora cuando más cuesta arriba andamos. Y quien nos echa cuentas a veces no es capaz de entendernos. Afortunadamente porque no sabe lo que es esto del cáncer.

Yo os digo que cuesta tela continuar. Cuesta aceptar que los cambios son definitivos. Cuesta empezar cosas nuevas porque sigues con miedo a que no las puedas acabar. Cuesta darte cuenta de que a veces no puedes hacer las mismas cosas que antes. Cuesta que te entiendan cuando ya el cáncer pasó. Cuesta que el miedo nos persiga.

Yo me siento así, pero tengo a mis oncoamigas. A mi Miriam, que con sus bonitas palabras me acompañó en una tarde algo complicada. Cómo se puede estar tan lejos y a la vez tan cerca? A Noelia, que está ahí también siempre...Bueno, a todas. Que empiezas a nombrar y no acabo y siempre se me olvida alguien. 

Ahora más que nunca sois lo que más necesito y el apoyo que me sostiene en días complicados. 

Hoy este ratito que saco es para desearos que el año nuevo que empieza esta noche nos mantenga juntas y sea muy generoso con todas nosotras, porque lo necesitamos, porque nos lo merecemos. 

La segunda cosa que quería deciros es para todos:


Qué el 2016 sea el año redondito para todos y que os mantenga felices y en familia!

Qué el 2016 esté lleno de tostadas que caen boca arriba!!!! 

Hasta el año que viene!!!

martes, 22 de diciembre de 2015

Nuestra lotería compartida. Relato de Virginia Cosio.

Buenos días: 

Imagino que estaremos casi todos pendientes de la Lotería Nacional... de esas bolitas que caen al azar en manos inocentes y que determinan que cambie la vida de algunas personas. 

A mí me tocó la lotería una vez... el 16 de Mayo del 2013. Sí, no fue en Navidad, pero sí que fue un GORDO, en este caso, problema.

Somos muchas mujeres a las que nos ha tocado este Gordo Cangrejero. Y lo peor es que nos sale tela de caro el premio. 

Si algo bueno tiene que te toque esta suerte es que trae consigo muchos 2º premios: mis oncoamigas.

Virginia Cosio es una de ellas. 

A Virginia ya no sé ni como la conocí... es amiga de una amiga de mi hermana de Lanzarote. O es compañera. O es hermana. 

Lo que sí sé es que es una luchadora como ninguna. Sé que tiene una familia preciosa que ahí ha estado a su lado. Sé que su suerte ya está cambiando... y sé que sigue sonriendo. 

Pero su historia no es fácil. Nunca lo es. Y ha decidido regalarnos su relato. 

"Una nunca  piensa que  le va a pasar algo así, en mi caso por lo menos. No fumo, ni bebo, hago deporte, no tengo antecedentes familiares e incluso cuido mi alimentación, estaba con la lactancia de mi hija de un año (tras otra de 18 meses) y se trataba  de la cuarta revisión de mi supuesto fibroadenoma… 

Me habían dado cita con cirugía demasiado rápido  y eso me mosqueo, así que llegue al trabajo, cogí el cambio y antes de tomarme el café con mis compis decidí abrir mi historia clínica.

Allí estaban los resultados de la biopsia… y de repente un tren de mercancías me arrolla. Por mi cabeza pasó de todo, pero especialmente mis hijos (estaba convencida de que no les iba a ver crecer y que no me recordarían).

Así que tras un poco de terapia con mis queridos compañeros  hice acopio de la poca fuerza que me quedaba y me fui casa a explicarle a mi marido que todos los planes que  teníamos se aplazarían indefinidamente porque un bicho cabrón acababa de decidir que nosotros no podíamos ser felices.
Y así me pase dos semanas haciendo pruebas como una loca y pensando barbaridades, poniendo mi mejor cara a todo el mundo cuando lo único que quería hacer era dormirme y despertar cuando todo hubiera pasado.

Hasta que por fin llegó el esperado resultado del estudio de extensión dándome la primera buena noticia…. y con ella se fue el miedo. 
Las siguientes  semanas las recuerdo como una montaña rusa emocional en la que pasaba de la euforia al agotamiento, pasando por la ira sin ningún tipo de patrón.

Me ayudó el yoga, me ayudo mi  familia (aquí incluyo a mis amigos que se volcaron conmigo de una manera extraordinaria), pero sobre todo me ayudo el convencimiento de que esta era una batalla ganada. 

Ya he acabado con el tratamiento y poco a poco voy recuperándome, pero si algo he sacado en claro de toda esta experiencia es que hay que liberarse del miedo para poder  avanzar.

Animo a todas que SÍ QUE SE PUEDE"

Uff...

Cuando leí sus palabras me emocioné porque aunque su vida y su experiencia es bien distinta a la mía, me sentí muy identificada y sé que muchas oncoamigas que van a leerlo también. Todas pasamos por ese miedo, pero todas luchamos porque no nos gobierne. Todas sentimos que nuestra vida se para con toda la crueldad del mundo... pero luego, acabas por pensar que no pasa nada, que todo seguirá funcionando después porque cada día que pasa aprendes que vas a ganar la batalla... y tu miedo desaparece.

Querida Virginia. No sé si andas aún en Oviedo o no... Donde estés, sigue sonriendo. 

Muchas gracias por formar parte de La Tostada Boca Arriba. 

Una Navidad más seguimos por aquí....



lunes, 14 de diciembre de 2015

De nuevo... el amor todo lo cura

Me vais a tener que disculpar... 

En estos días ando preparando papeles. Los que habéis estado dedicados a la investigación seguro que sabéis bien a que me refiero cuando digo papeleos......... 

"la muerte a pellizcos"

Vamos, que rellenar una Instancia-Curriculum en ocasiones es una tarea imposible...

Así que espero que me disculpéis si no puedo escribir esta semana. 


Tengo pendiente la entrada del libro de Albert Espinosa, "El mundo amarillo". Es un libro que cambió mi onco-vivencia y no puedo tener un blog sobre cáncer de mama y no dedicarle una entrada, de las que preparo con bastante tiempo de lo especiales que son para mí. Sin embargo, no está aún acabada a mi gusto, y estos días no podré dedicarle el tiempo que se merece, así que creo que ya tocará en Navidad. 

Estas Fiestas os invitaré a leer este libro o a que lo regaléis porque no sólo los enfermos de cáncer lo sabemos valorar, sino que creo que todos podemos sacar de él verdaderas lecciones de vida.

Sin embargo, no quiero dejar pasar tiempo sin acordarme de los que casi nadie se acuerda, ni a base de terror. 

Como he dicho en varias ocasiones, el terror, el miedo... nos afecta a todos cuando nos toca de cerca. Quiero decir con esto que nadie se asusta de un cáncer de mama hasta que no se entera de que alguien cercano tiene uno, hasta que alguien cercano entra en su vida con un pañuelo en la cabeza y le recuerda que... ¡podrías ser tú!

Con los atentados terroristas en París pasa algo similar. Me sentí realmente afectada como la mayoría porque, creedme, me vi en una terraza de París disfrutando de una cena estupenda.... y sentí miedo. ¿Podría haber sido yo? Bueno, no sólo me vi... De hecho, en muchas fotos que publicáis en las redes sociales os he visto realmente en terrazas parisinas.... Y no pude dejar de pensar que ¿y si hubiera sido alguien cercano?

Esa misma sensación se me ha generado con los Policías Nacionales fallecidos en Kabul por un atentado terrorista. No os miento, cuando supe la noticia... no sé, una da por hecho que esas cosas pasan en esas latitudes y no se sorprende, pero no significa que no se me encoja el corazón, especialmente cuando el Cuerpo Nacional de Policía me es cercano. ¿Y si hubieran sido mis conocidos? 

Sé que es un trabajo de entrega y mucho compromiso. Y no... no va en el sueldo ni en la profesión. Son personas que hacían su trabajo y lo mejor para sus familias.

Se podría pensar que Afganistán es un país peligroso, que de hecho, lo es, y por eso pasan esas cosas, pero... ¿Dónde no llega el terror?

A pesar de que no le veo solución, sigo creyendo firmemente que otra vida es posible...sin terror y sin violencia. 

Y que el amor nos marcará el camino.

Sigo creyendo que el amor todo lo cura... curará el dolor de la pérdida y curará el miedo. 


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Malos recuerdos

He regresado después de un largo puente. Este año no hemos hecho nada especial como ir a Londres, pero hemos hecho lo que se supone que debe hacerse un puente... disfrutar del tiempo libre. 

El viernes compramos muebles nuevos, sí, sí... suecos hasta la médula. Nos, o mejor dicho, me hacía falta una estantería nueva para colocar todos mis bártulos. Pues bien, hoy he acabado de ordenar mi parte, que es casi todo, y entre las cajas ha aparecido un cuaderno:


Se me ha caído el alma a los pies. 

¿Por qué? 

Cuando me diagnosticaron cáncer de mama y como siempre me ha gustado escribir, inicié una especie de diario. Este cuaderno incluye notas, pensamientos, recetas, listas de deseos... 

He releído parte de lo que escribí y sólo he visto una chica muerta de miedo y de angustia. 

¡Qué perdida estuve!

Me ha traído a la mente y al corazón recuerdos sobre una época que he olvidado. ¡Otra cosa más que he olvidado! 

En el cuaderno dejé de escribir a diario después de salir del hospital cuando tuve neutropenia febril. Supongo que la falta de energía tuvo algo que ver. Después de esa fecha, escribía de forma esporádica y, sorprendentemente, mi último escrito tiene fecha de 12 de Octubre de 2013, cuando ya sabía que me iban a realizar una mastectomía bilateral. 

Después, nada.

A mí me sorprende que esa chica del cuaderno, tan chica y tan asustada, sea yo. Lo digo sobre todo porque había olvidado esa angustia. Me gustaría no reconocerme en esas letras. Sin embargo, esa parte de mi vida ha existido. Me encantaría poder borrarla porque si os digo la verdad... 

¡qué pérdida de tiempo!

Bueno, ahora que han pasado años desde aquello puedo decir qué perdida de tiempo, pero también entiendo que debe ser una fase por la que todas debemos pasar al recibir un diagnóstico de cáncer. Todas tenemos derecho a estar tristes, decaídas, a sentir miedo, a compadecernos de nosotras mismas, a maldecir nuestra suerte, a llorar, a odiar, a patalear,... 

Hoy en día, las mujeres parece que debemos ser fuertes en todos los aspectos de nuestra vida, sobre todo, ante la adversidad de una enfermedad como es el cáncer. ¿Y si no eres fuerte? ¿Y si no eres valiente? Pues no pasa nada. Vas a curarte igualmente.

Yo, que hablo con conocimiento de causa, te digo que nunca te sientas culpable por como te sientas. Si estas tristes y los de tu alrededor se agobian por verte mal... pues que miren para otro sitio. Sin embargo, si crees que hacer el esfuerzo para no venirte abajo delante de los demás te servirá para, realmente, no venirte abajo... te invito a que hagas el intento. 

De verdad, es una pérdida de tiempo estar triste y culpar a la humanidad de tu enfermedad. Te puedes permitir ese lujo, pero ¿te merece la pena cuando no puedes cambiar nada? 

Yo doy gracias por haber desarrollado el instinto de superación personal, por creer que sí podía salir adelante sin que cambiara el tamaño de mi corazón o se me endureciera. 

Además, si yo he podido, todas podemos. Las que lo estáis pasando... no lo dudéis. Tomaros el tiempo suficiente para llorar, no tenéis que ser superhéroes, pero no dejéis pasar nunca, nunca, una oportunidad para disfrutar de la vida por estar lamentándoos de vuestra mala suerte.  

Después de varios años, y haber olvidado mucha angustia, he recordado que tuve miedo... para recordar luego que fui valiente. 

Si estáis metidas en esta enfermedad en estos momentos... recordad que el tiempo es es mejor regalo. Vais a tener tiempo, todo el del mundo...

Y, lo mejor, es que los malos recuerdos que vais a olvidar, los vais a sustituir por otros, mucho mejores. 

Yo sigo creando buenos recuerdos:

Este año, aunque ya parece una costumbre, me fui a Jerez a las Zambombas, con esos compañeros que me recuerdan que hay que disfrutar de cada momento...y si hay que dar 3 vueltas a una rotonda, se dan.

Jerez 2015

viernes, 4 de diciembre de 2015

De puente con areolas nuevas

¡Cómo estaré de liada que llega el viernes y siento como que cerrara la oficina! Pero antes de cerrar quiero estar un ratito con vosotros. 

Ayer estuvimos de médicos y, últimamente, ¡¡¡¡ya no son siempre para mí!!!! 

¡¡¡YUPI!!! 

Como os decía, ayer estuvimos de médicos y me tocó mi revisión-retoque de la micropigmentación.


¿Sabéis qué es lo mejor de un cirujano plástico? Su perfeccionismo

Ya he ido a dos plásticos y de los dos me llevo la misma opinión: son tiquismiquis a más no poder. Además, tengo que decir que creo que en el caso de una mastectomía, se lo toman como algo personal, como si fueran a "crear" una obra de arte. Así que no te abandonan hasta que no estén satisfechos del todo. Eso quiere decir, 4-5 sesiones después de que tu experimentes el clímax pezoncil.

Pues eso, que ayer me dieron unos 15 minutillos de retoque pezoncil. Como os digo, para mí estaba bien desde la primera sesión hace ya más de 3 meses. Las que no tenemos pezones por lo visto nos conformamos con cualquier cosilla que nos pongan. Sin embargo, la doctora y su perfeccionismo me están llevando a pensar que tras la sesión 3 y unos dolorosísimos 15 minutos, el grado de similitud con la realidad que voy a alcanzar es muy muy muy elevado. 

Me sigo sorprendiendo a día de hoy de los avances en la cirugía plástica. Es alucinante, pero, principalmente, es de agradecer. ¡Qué suerte pasar por esto en el año 2013-2015! Aunque también pienso en la buena genética heredada de forma que mis cicatrices casi brillan por su ausencia. Casi, ¿eh?

A pesar de que cada día se me hace más pesado ir a que me hagan retoques estéticos en mi pecho por el elevado grado de satisfacción que he alcanzado con mis nuevas tetas, debo insistir en que ese grado de satisfacción lo he alcanzado renunciando a la idea de tener unas tetas normales.

¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que hace mucho tiempo que acepté que lo que iban a ponerme ni de lejos serían unas tetas normales, blanditas y naturales. 

Una vez que te haces a la idea de esto... todo lo que te "dan", si va sin complicaciones como infecciones, problemas de cicatrización, etc, te gusta. Te gustará amiga.

Eso sí, el ejercicio de paciencia no se acaba nunca. 

Como os decía al principio, yo ya me conformaba con mis pezones rojos rojos rojos, pero claro, llega la siguiente sesión y ya te aplican otro pigmento y te hacen no sé qué de los tubérculos o trabéculas que no sé yo muy bien qué es exactamente y, de repente, te miras al espejo y dices, ¡¡¡¡hostias!!!!

Así que, de nuevo, te recuerdan tus santas tetas que debes tener paciencia. Mucha. Lo que ves el primer día no es lo mismo que verás 2 años después. Todo necesita  su tiempo. Pero la espera merece la pena... y hasta el dolor. 

Nota: ayer me dolió tela, ¿se nota, no? 

Antes de irme con mis areolas a otra parte, os quiero desear un feliz fin de semana. Tan largo como un puente. 

Hasta la semana que viene. 




miércoles, 2 de diciembre de 2015

El paso rápido del tiempo...

Pues ya estamos en Diciembre... 


¡Qué sensación de que el tiempo vuela! ¿Verdad? 

Hace tiempo escribí que eso para una paciente de cáncer de mama es un regalo... ¡qué el tiempo vuele! Sin embargo, a día de hoy, ya no sé si me gusta tanto la idea porque empieza a hacerme olvidar muchas cosas que he vivido, situaciones que han hecho que hoy mi vida sea como es y también, esa ligereza hace que siga sintiendo que no he cogido el ritmo de esta vida loca que llevamos. 

En serio, el tiempo pasa volando, pero yo aún no le cojo el ritmo. Aún. 

Como sabéis ando desempleada y el tiempo en casa va al ritmo que puedo tolerar. Tengo tiempo para muchas cosas, que no las haga ya es problema de organización o vagancia, pero las hago al ritmo que deseo. Al ritmo que me va bien. Sin estrés, sin prisas... de una en una. Respirando.

Acá necesitaría ayuda de mis oncoamigas. 

¿No os pasa que la vida no la véis igual? ¿No os pasa que no queréis ver la vida igual que antes? 

¿No os han cambiado las prioridades y la forma de afrontar distintas situaciones o acontecimientos de la vida?

La Navidad siempre me ha gustado. Siempre hay algún recuerdo triste, pero la ilusión creada por el frío, las luces, las comidas copiosas y los dulces, hacen que una olvide lo malo... casi siempre.

Ayer, hablando de cómo olvidamos el dolor, recordé la Nochebuena del 2013. Fue mi última sesión de relleno de los expansores. Creo recordar que llegamos a los 420 cc. 

Siempre os he dicho que lo que es rellenar no duele, como mucho como  un pellizquito. A mí me dolía más el izquierdo que el derecho. Sin embargo, no me gusta engañar a nadie en esta nube de algodón del optimismo y el día que me rellenaban las pasaba putas. 

Me preguntaron una vez qué es lo que más dolía físicamente. No lo incluí nunca en los post de Dudando porque no quería asustar a ninguna mujer que lo esté pasando o lo vaya a pasar, sobre todo, porque cada mujer somos un mundo y lo que a mí me pasaba es muy probable que a tí no te pase.

Pero, hoy siento la necesidad de hablaros del dolor, del que he olvidado, pero también del que aún me hace llorar temblando al recordarlo.

Como os decía, el dolor de cada relleno de los expansores no era un dolor agudo. Más bien era un dolor profundo, insistente, que mordía en ocasiones. Recuerdo el dolor que sentí la mañana siguiente de mi primer relleno, dolor que me rasgaba el pecho. Y recuerdo la última sesión. Esa mañana del 24 de Diciembre, en la que la clínica estaba casi reservada para mí y se notaba el ambiente festivo en la consulta de mi cirujano plástico. 

Ese día pude disfrutar de una noche en familia. Reí, bebí, comí, pero necesitaba analgésicos y recuerdo irme a la cama antes de lo que me hubiera gustado. 

Si me dices que si me duele más que la mastectomía, te diría que sí, pero la mastectomía la pasé con nolotiles y tranxiliums, así que no creo que pueda comparar. 

Fijaros como se olvida el dolor que recuerdo estar recién operada y querer ponerme mi pijama. Estar desnuda en una habitación de hospital no ayuda a que te sientas segura y tranquila. Recuerdo que me ayudaron a sentarme y recuerdo no poder mover mis brazos para levantarlos del dolor tan fuerte que sentía, a pesar de los nolotiles, tranxiliums y medio anestesiada. Recuerdo llorar en brazos de mi madre y mi marido diciendo ¡qué me han hecho! 

Ese es el dolor que recuerdo, sentirme una inválida cuando yo lo que creía que tenía era cáncer. No me preocupaba mi pecho liso, ni mis cicatrices, me preocupaba y me dolía no ser a misma que antes, valerme por mí misma. No recuerdo lo que fue el dolor. No podría decirte si más que un dolor de muelas o más que un corte con un cuchillo. 

Sí te puedo decir que el dolor del relleno no era ni de lejos como ese dolor de estar abriéndome el pecho al subir los brazos, pero uno lo olvidé y el otro sigue conmigo. No quiere abandonarme.

Lo mismo sigue ahí para que el paso rápido del tiempo no me haga olvidar que una vez fui valiente...

¡Qué os vaya bien la semana!